Las vacaciones de verano ya están aquí. ¡Por fin!. Lo malo es que pasan tan rápido que cuando te quieres dar cuenta ya estás de vuelta en el trabajo. Este año todos los compañeros del departamento vamos a hacer una comida para celebrar… ¡el comienzo de las vacaciones!.
¡Qué más da el motivo!. La excusa es poder juntarnos todos y pasar un buen rato. No sé dónde iremos este año, está por decidirse. El año pasado estuvimos comiendo en un restaurante mexicano que queda cerca de aquí. Lo pasamos muy bien, porque los camareros son muy simpáticos, y el sitio está límpio y no es demasiado ruidoso.
Lo malo es que nos pasamos un poquito con el picante, y más de uno sufrío las consecuencias. Yo no suelo tener problemas de acidez, y hago bien las digestiones, pero este día acabé pasándolo fatal.
Imagino que se juntó todo: primero la comida mexicana, que estaba bastante picante. Además bebimos vino y cerveza en abundancia, porque estuvimos brindando una y otra vez por los motivos más variopintos.
A la hora del postre me comí mi ración de tarta de chocolate y la de otra compañera que está en plena operación biquini. Terminamos la fiesta con unos chupitos de Tequila, que pasaban por la garganta como si fueran papel de lija.
El caso es que por la tarde tenía un ardor de estómago que me moría. Pasé muy mala noche, y por la mañana me encontraba fatal.
Bajé a la farmacia de cerca de casa y se lo comenté a la farmacéutica, que es una chica muy maja de mi edad. Me dijo:»no me extraña que te encuentres así, después de lo que te metiste en el cuerpo durante la comida».
Para la próxima vez que vayas a pasarte comiendo o bebiendo, olvídate de la acidez con este medicamento . Me comentó que algunos alimentos, todas la bebidas alcohólicas y carbonatadas, así como el café, pueden desencadenar los temidos síntomas de acidez y ardor de estómago.
También ocurre cuando abusamos de los fritos y los alimentos con alto contenido en grasa. A algunas personas les ocurre con los cítricos y los productos derivados del tomate, como pueda ser el ketchup.
He tomado muy buena nota de sus consejos y, a partir de ahora, voy a llevar siempre un par de sobres de este medicamento en el bolso. No tengo ganas de volver a pasar por el mal trago, y nunca mejor dicho, de sentirme como si me hubiera bebido un vaso de lava volcánica.
Según he leído, cuando tragamos los líquidos y alimentos, hay unos músculos en la zona inferior del esófago que se relajan para que puedan llegar al estómago. Una vez han pasado, los músculos se vuelven a contraer.
El problema viene cuando el ácido del estómago sube hacia el esófago, provocando el denominado reflujo gástrico, que es tan molesto.
Determinados alimentos y bebidas, así como como el sobrepeso o estar embarazada, pueden facilitar que se origine ese reflujo. Si nos tumbamos las molestias empeoran, que fue lo que me pasó a mí cuando me fui a la cama a dormir.
Claro está que no sólo se trata de confiar en un medicamento para aliviar los síntomas. Es importante no abusar de ciertas cosas. Y si vemos que hay comidas o bebidas que no nos sientan demasiado bien, limitar su consumo o evitarlo totalmente. A mí me ha quedado claro.